NOMBRE: Isabel Wagemann
PAÍS: Chile
OFICIO: Fotógrafa, escritora y periodista
PRIMERA VEZ EN ESPAÑA: 1994
CANCIONES PLAYLIST CONQUISTADORAS:
Todo cambia, Mercedes Sosa.
Yo no necesito de mucho, Laura Itandehui
OBJETO: Algodonera heredada de mi bisabuela a mi abuela, de mi abuela a mi madre y de mi mamá a mí. Peina de cuando era guagua. Mi trenza.
BIOGRAFÍA Y VIAJE:
“Nací en Valdivia, al sur de Chile, en 1972. Mi madre tenía 30 años y yo fui su sexta hija. Todas mujeres. Con 26 años, en septiembre de 1998, justo para las fiestas patrias, me vine a Madrid. Ya era toda una periodista y trabajaba en la tele, lo que daba mucho glamour al asunto, pero escasa alegría al alma. Yo quería otra cosa. El cuerpo me pedía salir a volar un rato. La idea fue hacer un doctorado en literatura –en la “madre patria”, en Madrid, en la Universidad Complutense, todo sonaba a palabras mayores–, y nada más acabar, volver a mi pequeña y lluviosa ciudad, dedicarme a ser profesora en la Universidad Austral y escribir. Pero no salieron así los planes. Trasnochada, mitad chilena, mitad otra cosa. Con este acento que no es de aquí ni de allí, pero es el mío. Me nacieron dos hijas. Me hice madre, cuentacuentos y fotógrafa a tiempo completo, y en las horas más insólitas, seguí escribiendo (bajo el amor y el cuidado de Clara Obligado y sus talleres). Me agarró fuerte la microficción –porque ocupa poco espacio y da tiempo a hacer un montón de cosas más– y acabé publicando libros en México y en España. ¿Quién me lo iba a decir? Aparecieron las Microlocas, amigas del alma y escritoras (Gracias,Tere, Isabel, Eva), con quienes publicamos en 2012 La Aldea de F, Punto de Partida, UNAM y en 2016, Pelos, en mi querida editorial Páginas de Espuma (con Juan Casamayor, otra de las personas clave en esta vida mía de migrante). Y salieron más y más proyectos literarios. En Hijos de Mary Shelley (va todo mi amor y gratitud para Fernando Marías) participé como autora en 2014 y 2015. Publicaron mis cuentitos en antologías como Por favor sea breve 2, Páginas de Espuma 2010; De Antología, Talentura 2013; 201, Ediciones Altazor 2013; Eros y Afrodita en la minificción, Ficticia Editorial 2016; Microfantabulosas, Centro de la Cultura Popular Canaria 2021. Y se viene otro en Eolas, que no puedo contar, porque es un homenaje y una sorpresa.
Escribía y hacía fotos, hacía fotos y escribía. Todo fue de la mano, creciendo naturalmente, con esfuerzo y sacrificios, pero creciendo. Y siempre, siempre, “del otro lado del charco” –como les gusta decir aquí–, estaban dándome su apoyo mi papá y mi mamá, mis hermanas, mis amigas y amigos, mi gente. El teléfono era muy caro, así que las cartas en papel que iban y venían, luego fueron reemplazadas por los email (snif) y ahora ya echo de menos hasta la palabra estampilla. 2016 fue un año feo. Ya no hubo más Ingo y nos tuvimos que consolar con los martines pescadores que desde entonces lo sobrevuelan todo. Seguro andará alguno por la sala Frida Kahlo, mirando también las fotos y preguntándose cuándo es que “la chica” se hizo tan grande.
En 2019, con muchísima emoción, monté mi primera muestra de retrato. La llamé Rojo y Negro, por aquello de los colores de fondo que me identifican. Isabel González, tocaya de mis entretelas y compinche, me hizo este logo precioso que es la silla roja W. La Escuela de Escritores de Madrid me abrió sus puertas y desde sus salas miraron al mundo mis retratos, y fueron mirados por un montón de gente que luego me escribía, comentaba y pedía que le hiciera también retratos. Qué ilusión hace siempre eso. Tanto por agradecer. Al poco tiempo, otra sorpresa vino de la mano de una mujer extremadamente generosa conmigo, aún sin conocerme: Céline Rodríguez Limón, responsable de plástica y música en Casa de América. Contactó a través de las redes sociales para hablarme de “obra” y mi “universo”. Recuerdo mis tiempos de estudiante de doctorado, cuando iba allí a escuchar con arrobo a Ana María Shua, Vargas Llosa o Bryce Echeñique. Luego yo también ocupé un espacio en esta Casa de América.
Han pasado más de veinticinco años desde que llegué a Madrid. Acumulo historias, amores, alegrías, pérdidas, he hecho amigas y amigos que conservaré por siempre y de los que estoy tan agradecida. El mundo se ha vuelto más loco. Y hoy estoy aquí, con un proyecto impensable y precioso, rodeada de mujeres a las que admiro profundamente por su valentía, fuerza y lucha. Mis Conquistadoras, las mujeres salmón.